En toda sociedad moderna, la estabilidad del orden democrático entre mandato y mandato popular ha dependido —en buena medida— de la relación entre quienes detentan el poder económico y quienes ejercen el poder político. En el Perú, durante décadas, esa alianza se sostuvo sobre una suerte de pacto tácito. Hoy, este parece encontrarse resquebrajado.
La crisis de las élites empresariales tradicionales no se expresa únicamente en la pérdida de influencia que las atraviesa. Es, más profundamente, una crisis de legitimidad y de sentido histórico. El sociólogo Max Weber advertía que la autoridad solo se sostiene cuando quienes obedecen reconocen en quien manda una forma de racionalidad o de ejemplaridad. He ahí la importancia de que quienes obtienen poder económico y político puedan entenderse t

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