Mientras que el parqué neoyorquino parece dar la espalda al conflicto, la huelga en las instalaciones de defensa de Boeing en San Luis, Estados Unidos, comienza a escalar en otros frentes. Los analistas de Wall Street han mostrado un escaso interés en la disputa laboral, conscientes de que los ingresos de la división de defensa no son el verdadero motor financiero del gigante aeroespacial, que depende fundamentalmente de su aviación comercial para mantener la confianza de los inversores. Esta percepción en los mercados contrasta con la feroz competencia en el sector, donde otros programas armamentísticos clave para el Pentágono siguen recibiendo un fuerte respaldo, como demuestra la de su principal competidor.
Sin embargo, en Washington la situación se percibe de un modo muy distinto. L

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