Los asesinatos del alcalde de Uruapan y del representante del gremio de limoneros en Michoacán revelan un cambio de paradigma en el crimen nacional, donde complicados esquemas extorsivos cooptan regiones enteras

Pablo Ferri

México atraviesa un momento delicado, situación invisible para la estadística. El Gobierno federal destaca mes con mes los avances en su estrategia de seguridad. Bajan los homicidios y buena parte de los delitos de alto impacto, motivo de celebración, tras más de 15 años de subidas prácticamente ininterrumpidas. Pero, al mismo tiempo, una sombra se extiende, , un mal practicado por las mafias para el que la autoridad no parece tener respuesta. Donde antaño la producción y el tráfico de drogas aparecían como el negocio principal del crimen, ahora se imponen los esquem

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