Según las autoridades, esta red opera como una maquinaria silenciosa: desde yates que desembarcan en playas olvidadas hasta camiones de carga disfrazados como transporte turístico. Los migrantes, muchos de ellos provenientes de Pakistán, Nepal, Venezuela o Siria, son alojados en hoteles de baja estancia en la zona hotelera, donde reciben instrucciones claras: esperar, callar, moverse de noche. Luego, son conducidos por rutas que conectan Cancún con Tapachula y Mexicali —un corredor bien engranado, con agentes en los aeropuertos, policías corruptos y empresarios que lavan ganancias en negocios legales: inmobiliarias, centros de distribución, incluso estaciones de gasolina.

El hombre al frente, Vikrant Bhardwaj , no es un nombre extraño en los círculos de negocios de Quintana Roo. Con dob

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