El país se detendrá el domingo a las 16.30. No habrá mate ni asado que tape el murmullo de la Bombonera. Boca y River volverán a enfrentarse, una vez más, en el superclásico que paraliza a la Argentina. Pero esta vez, el duelo llega cargado de historia y de urgencias. Porque además del orgullo, hay mucho en juego para los dos gigantes del fútbol argentino.

Boca, que atraviesa un cierre de torneo con envión anímico y futbolístico, se juega nada menos que su regreso a la Copa Libertadores después de dos años de ausencia en la fase de grupos. Si el Xeneize gana, alcanzará los 59 puntos en la tabla anual y se asegurará el segundo puesto, por detrás del sólido Rosario Central, que ya tiene su boleto asegurado.

Sería un regreso esperado: la última vez que Boca jugó directamente la fase de grup

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