Hace 30 años, el sábado 4 de noviembre, decenas de miles de israelíes se reunieron en la entonces llamada Plaza de los Reyes de Tel Aviv para escuchar al primer ministro y exjefe del Estado Mayor Isaac Rabin pedir a los ciudadanos que “superasen sus miedos, que dejaran atrás el pasado”, porque “los israelíes están listos para la paz”. Acababan de firmarse que prometían un principio de autonomía palestina junto al Estado de Israel. La paz, un tipo de paz, parecía que empezaba a tomar forma.

Entre el numeroso público, feliz y apretujado, estaban también los nietos de Rabin, Noa y Jonatan, y todo un bloque fuerte y decidido de israelíes que apostaban por el camino de la diplomacia.

Cuentan que Rabin, tímido y poco amigo de ser el centro de atención, había temido que la plaza no se llenar

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