Se ha quebrado un tabú. La política estadounidense de no proliferación nuclear, uno de los pilares de su diplomacia durante décadas, acaba de encontrar una excepción de enorme calado en la península de Corea. La administración de Donald Trump ha autorizado a Corea del Sur a desarrollar y construir sus propios submarinos de propulsión nuclear , un giro estratégico que redefine por completo el equilibrio de poder en la región del Indo-Pacífico. Se trata de un cambio radical que rompe con la histórica restricción que impedía a Seúl enriquecer uranio sin el permiso expreso de Washington. Este cambio de rumbo en la política nuclear estadounidense se produce en un momento en que el Pentágono afronta otros desafíos, como el reciente , lo que subraya la complejidad de su estrategia de modernizac

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