La cultura mallorquina es tan densa, importante, y en parte desconocida, que desgraciadamente siempre ha estado carcomida por factores exógenos, más los variopintos pendejos paniaguados endógenos (que son los más ponzoñosos). Es verdad que un ramillete de historiadores magníficos, en los setenta y ochenta, sí quisieron a Mallorca de verdad, me estoy acordando de Bartomeu Barceló, del padre Llompart, de Guillem Rosselló Bordoy, Jaume Bover o Ramon Rosselló Vaquer. A veces parece que nuestra tradición antropológica y cultural no existe y la han hecho otros.
Ni Barcelona es Mallorca (Barcelona ya no sabe ni lo que es ella misma con su caldo multiculturalista tan espeso), ni Madrid, desgraciadamente, es Madrid. Es verdad que todavía nos quedan en la capital de España unos poquicos sitios; por

 Ultima Hora

 People Shopping
 RadarOnline
 AlterNet
 OK Magazine
 Atlanta Black Star Entertainment