Tantarán. Rataplán. Basta el repique de un tambor para que Juanjo Bona , siempre alerta, en pie de guerra, convierta todo escenario en una romería improvisada . Lleva en la sangre el folclore de su Zaragoza natal y, claro, cuando se trata de reivindicarlo, tiene la mecha bastante corta. Le gusta lo lírico, lo bucólico. Su música resulta tan hipnótica que, ojo, entre recuerdos y refranes, es capaz de conquistar al público más férreo al instante. Suena a casa, a miel con limón. A otoños bajo la manta. Al crepitar de madera. A todo aquello que, en un pasado no muy lejano, ay, te abrigaba del frío. Anoche, en el Teatro Rialto de Madrid, frente a un aforo entregadísimo, cerró filas de inmediato. Y, ya en familia, bien cerquita, sacó lustre a las melodías que sus antepasados le legaron

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