Durante años, el marketing fue un arte guiado por la intuición. Las decisiones se tomaban con base en la experiencia, el olfato comercial o la inspiración creativa. Pero esa época terminó. Hoy, el verdadero poder está en los datos: en lo que se puede medir, comparar y optimizar.

Por ello, el se ha convertido en el nuevo idioma de las marcas. Ya no se trata de tener buenas ideas, sino de saber si esas ideas generan resultados. Las métricas no son una carga administrativa: son la brújula que diferencia a las empresas que crecen de las que solo intentan sobrevivir.

La intuición sigue existiendo, pero los datos mandan

La intuición no ha desaparecido; simplemente perdió el monopolio de las decisiones. En el pasado, las marcas confiaban en corazonadas: lanzar una campaña por “sentimiento de o

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