Cartas al director
El Derecho se está transformando: de sistema normativo a terapia colectivista. Ya no se invoca la ley, sino el trauma, el sentimiento, la moral. No se exige prueba, pero sí una empatía difusa ante hechos indemostrables. En una sociedad donde vincular la ley y su severa aplicación a la mayor o menor ofensa de alguien implica dejar de impartir justicia, para empezar a repartir consuelo.
Esa deriva tiene su lógica. La sociedad solo mide el valor moral por la intensidad del sentimiento que produce. El juez frío y desalmado, que en su infinita prudencia aplica la ley con cordura, parece un monstruo a ojos de los demás. Pero el Derecho no nació para conmover, sino para contener. Su tarea no es abrazar a las víctimas, sino impedir que nos devore el impulso de redimir nuestra

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