En mi imaginario de Costa Rica e staban sus dos costas bañadas por los océanos Pacífico al occidente y Caribe al oriente, con más de mil kilómetros de litoral de playas de arenas blancas, negras y doradas, olas que retan a experimentados surfistas, manglares que se hunden en aguas tranquilas y naturaleza por donde se le mire. Sin embargo, estaba lejos de descubrir que detrás de ese paisaje exuberante había algo más profundo: cómo un país entero ha hecho de su relación con la vida una filosofía de bienestar .

Mi primer viaje a este país centroamericano no me llevó al mar y la playa sino al llamado corazón verde del Pacífico costarricense donde, por esta época del año, son más constantes los microclimas que caracterizan a la región brindando un verdadero espectáculo natural.

Monteverde y l

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