Leer hoy es una elección poco común. No por falta de letras, sino por falta de pausa. Leer es decidir que vale la pena detenerse, dejar que las palabras hagan su trabajo: tocarnos, enseñarnos, transformarnos.

En tiempos de distracción constante, leer ya no es un hábito automático, sino una lujosa decisión: la de hacer silencio en medio del ruido digital, de regalarse un momento de atención y dejar que las palabras vuelvan a tener peso.

Hoy que vivimos en un contexto saturado de estímulos, leer se vuelve una decisión más consciente, más pensada; un acto de enfrentarse a la cotidianidad llena de ruido —sonoro y digital—. Porque no se trata simplemente de “leer algo”, sino de prestar completa atención. Es dejar que una historia te habite, que una frase se quede rondando días enteros, que un

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