Sin posibilidad de reelegirse, el presidente de Costa Rica pretende que los comicios de febrero sellen la continuidad del movimiento que lidera con fuerte apoyo popular. El Tribunal le advierte que pone en riesgo la estabilidad del país
Costa Rica ya no es aquel país que llamaba “fiesta electoral” a las campañas para elegir a sus gobernantes, el que da por descartada la violencia entre adversarios y tampoco el que garantizaba al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) un sitial blindado ante las acusaciones por parcialidad partidaria, al menos de parte de las figuras de poder más relevantes y ni qué decir desde la Presidencia de la República.
El primer mes de la campaña electoral para los comicios generales del 1° de febrero en una de las democracias mejor valoradas del continente ha dej

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