Un estudio liderado por el Grupo de Investigación en Trastornos Bipolares y Depresivos del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS) ha demostrado que la temperatura de la piel , medida con un reloj inteligente, puede convertirse en un biomarcador objetivo de los estados psicopatológicos en personas con trastorno bipolar.

El trabajo, publicado en la revista Journal of Affective Disorders , representa un avance significativo en la búsqueda de indicadores fisiológicos que ayuden a monitorizar de forma continua y no invasiva los cambios emocionales y cognitivos característicos de este trastorno, que afecta a más de un millón de personas en España.

Un estudio pionero con tecnología wearable

El estudio monitorizó a 104 personas con trastorno bipolar durante dos días consecutivos, mientras realizaban su vida cotidiana. Cada participante llevaba un reloj inteligente equipado con sensores térmicos capaces de registrar la temperatura cutánea de manera continua.

Los investigadores compararon el patrón circadiano de la temperatura de la piel entre cuatro grupos:

  • Pacientes en episodio depresivo
  • Pacientes en episodio maníaco
  • Pacientes con trastorno bipolar estable
  • Controles sanos

El objetivo era comprobar si la variación térmica podía reflejar los cambios biológicos asociados a cada fase del trastorno.

En cuanto a los resultados fueron claros. La temperatura de la piel durante las horas diurnas fue significativamente más alta en los pacientes en episodio maníaco , en comparación con los que estaban estables o en fase depresiva.

«El aumento desaparece cuando el episodio maníaco finaliza y la persona vuelve a la estabilidad clínica», explican los autores. Este hallazgo sugiere que la temperatura cutánea, medida de manera continua y no invasiva, podría reflejar con precisión el estado psicopatológico de un paciente bipolar.

La primera autora del estudio, la doctora Clàudia Valenzuela-Pascual , subraya que el potencial de este biomarcador radica en su combinación con otras medidas fisiológicas, como la frecuencia cardíaca, la actividad física o el sueño. «La integración de estos parámetros puede ayudar a desarrollar algoritmos de predicción más precisos para anticipar recaídas o cambios de fase», explica.

Una nueva ventana al cerebro desde la piel

El hallazgo refuerza la idea de que el cuerpo ofrece señales físicas del estado mental, y que la tecnología puede convertirse en una herramienta clave para la psiquiatría personalizada .

Medir la temperatura de la piel no solo permitiría mejorar el diagnóstico y el seguimiento clínico, sino también diseñar sistemas de alerta temprana que detecten un cambio de fase antes de que se manifiesten los síntomas conductuales.

«Este tipo de biomarcadores abre la puerta a una medicina más preventiva y menos reactiva», apunta Valenzuela-Pascual. «Si podemos detectar un cambio fisiológico antes de que el episodio se desarrolle, podremos intervenir de forma más rápida y eficaz».

El futuro: salud mental digital

Los investigadores del IDIBAPS destacan que la salud mental digital será una de las grandes revoluciones médicas de la próxima década. Dispositivos portátiles, inteligencia artificial y análisis de datos permitirán un seguimiento continuo del paciente y una mayor autonomía en la gestión de su salud.

Este estudio marca un paso más hacia esa dirección: utilizar la piel como espejo del cerebro, y transformar la manera en que entendemos y tratamos los trastornos mentales graves.