Entre las muchas tentativas de explicar qué es el arte, me acuerdo de las palabras de Julian Barnes cada vez que algo me para y me deja en silencio. En Con los ojos bien abiertos, el escritor británico recordaba que de joven pensaba que el arte, para merecer ese nombre, debe ser transformador. Se trata, venía a decir, de coger la vida y transformarla, mediante un proceso secreto y fascinante, en otra cosa: algo relacionado con la vida, pero más potente, más intenso y, preferentemente, más extraño. Luego, tras muchos años de observación atenta en los museos, confesaba haber llegado a una conclusión aún más radical: “El arte no solo captura y transmite la emoción, la adrenalina de la vida. A veces, va más allá: es esa adrenalina en sí misma”. Me pregunto qué posición en su lista de afectos
Trump y el retrete de oro, por Teresa Sesé
La Vanguardia España Cultura14 hrs ago
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