Por MELINA WALLING y ELÉONORE HUGHES

RÍO DE JANEIRO, Brasil (AP) — Cuando el verano llega al barrio de Arara en el norte de Río, el calor persiste más allá del atardecer, acumulado en el ladrillo rojo y el concreto que componen muchos de los edificios. Luis Cassiano, quien ha vivido aquí más de 30 años, dice que está preocupado porque las olas de calor se vuelven más frecuentes e intensas.

En áreas pobres como Arara, los que pueden permitirse el lujo de tener aire acondicionado —Cassiano es uno de ellos— no siempre pueden contar con él debido a los frecuentes cortes de energía en un sistema sobrecargado. Cassiano obtiene algo de alivio de la cubierta vegetal que instaló hace aproximadamente una década, que puede mantener su casa hasta 15 grados Celsius (alrededor de 27 grados Fahrenheit)

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