El sistema representativo republicano que hemos abrazado está pensado para sostener a nuestros gobernantes en el poder y evitar los bruscos vaivenes de la coyuntura diaria. No importa si nos gobierna un inútil, nuestro orden institucional está pensado para evitar cambios bruscos y remover autoridades en un proceso lo menos dramático posible.

El caso de Javier Milei se enmarca en una mezcla de hartazgo social y un grupo empresario y político que ubicaron al libertario como única opción de una generación que debía despedirse de la gestión pública.

Luego de jugar prácticamente dos años a los autitos chocadores, llegamos a las elecciones intermedias y el resultado, después de una de las campañas electorales más cavernícolas de la historia reciente, los resultados no sorprendieron a nadie.

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