En la mañana del 15 de agosto de 2006, una empleada doméstica subió al cuarto de Myriam Fefer , una exitosa empresaria textil de 60 años, y la encontró sin vida. Estaba tirada en el piso, boca para arriba, con signos de violencia en la cara y el cuello.

Desde el principio se creyó que se trataba de un ataque directo, ya que la habitación no estaba desordenada y se descartó un robo. La hipótesis principal fue la de un homicidio premeditado , cometido por alguien que sabía a dónde iba y qué tenía que hacer.

Rápidamente, el caso comenzó a ser tratado en los medios más importantes de Perú y las sospechas se centraron en un círculo más íntimo. La principal señalada fue la hija de la víctima, Eva Bracamonte , a quien se la acusó de haber contratado a un sicario para poder obtener la

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