El alma del “warao de la soca” sigue su peregrinar en espera de la captura de los responsables de su horrible crimen.

Casi degollado y con los ojos enucleados, flotó frente al muelle de la Guardia Nacional Bolivariana, el día antes del proceso electoral presidencial, que motivó su estadía provisional en Venezuela.

Con residencia permanente en Brasil, tenía planteado retornar, por considerar que podía defenderse de nuevo en su patria.

Habiendo vivido por espacio de seis años la experiencia de la migración, comenzando por Perú, con un breve intervalo en Trinidad, hasta pisar tierras del gigante amazónico, concluyó que no había nada como su hogar, el mismo en que halló la muerte.

A 30 días de su desaparición física, en medio de una nube de conjeturas, sin ningún tipo de declaración oficia

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