Hasta que ella no lo explique, es difícil saber qué ideas arraigaron en la cabeza de Rosalía para escribir y producir "Lux", su nuevo álbum que se publica a la vez que estas líneas, pero una cosa queda patente desde la primera escucha: la catalana ha tenido una revelación, una iluminación, un universo por explorar lleno de fascinantes imágenes. Dios, la religión, la santidad, aparecen como telón de fondo de una ópera pop en rigor, una sinfonía de amor, dolor y muerte, con momentos de épica y de pantomima, de éxtasis y de melodrama. Con adagios y arias, cuerdas y electrónica, piano y graves como truenos. Y es que, cual Santa Teresa moderna, la catalana se transforma y se eleva, elige creer. Y termina, ya sentimos destriparlo, oficiando su propio funeral. No nos sentimos culpables por contar

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