Por ALIE SKOWRONSKI

CUSCO, Perú (AP) — Cuando Uriel planifica su horario de trabajo a finales del verano, cerca de su aldea en las montañas peruanas, su primera decisión suele ser a cuál de sus amigos ayudará ese día a trabajar en su estanque de sal. En consonancia con el “ayni”, una antigua palabra quechua que significa ayuda mutua, los aldeanos se turnan para ayudarse mutuamente a recolectar su sal una vez al mes durante la temporada seca.

Uriel, cuya familia ha estado en el negocio de la minería de sal durante cuatro generaciones, señala que un día trabajan en sus estanques, y al siguiente lo hacen en los de otro de sus amigos.

Uriel, quien prefirió dar solo su primer nombre, es uno de los lugareños de las aldeas de Maras y Pichingoto que poseen y operan una cooperativa para comercia

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