Apple nos sorprendió en septiembre con el lanzamiento del iPhone Air, un modelo que ha roto moldes por su diseño ultrafino, convirtiéndose en el smartphone más delgado jamás fabricado por la compañía. Con solo 5,6 mm de grosor y un chasis de titanio que dejaba muy claro lo que teníamos delante, parecía que estábamos ante el inicio de una nueva era de teléfonos minimalistas. Sin embargo, apenas dos meses después de su llegada, Apple ha recortado su producción hasta en un 90%, lo que apunta a un claro fracaso comercial.
El diseño más fino, ¿una meta sin sentido?
El iPhone Air es, ante todo, una declaración de intenciones. Apple ha querido demostrar que es capaz de crear un dispositivo delgado, ligero y elegante, sin renunciar, al menos sobre el papel, a la potencia. Pero el sacrificio ha sido notable:, una única cámara trasera, menos autonomía y una experiencia que, si bien atractiva a la vista, se quedaba corta frente al resto de la saga. El resultado ha sido una acogida tibia por parte del mercado y una rápida caída en ventas.
La obsesión por la delgadez ha llevado a decisiones comprometidas. La batería, por ejemplo, ha quedado muy por debajo del rendimiento de otros modelos de la misma gama, haciendo que la jornada completa de uso fuese un reto. La cámara, limitada a un solo sensor, ofrece calidad sobradapero no versatilidad. Y todo esto sin un precio realmente rompedor que justificara los recortes.
Un experimento que no ha convencido
La idea de un iPhone más delgado y accesible tiene sentido sobre el papel, pero el consumidor ha demostrado que prioriza otras cosas. Frente a un iPhone 17 Pro, apenas unos cientos de euros más caro, el Air no aportaba ventajas claras. La respuesta ha sido la lógica, los usuarios han optado por modelos más completos, aunque algo más gruesos.
El stock acumulado en tiendas y los plazos de entrega inmediatos han dejado al descubierto el escaso interés que ha despertado este modelo. El desliz recuerda a otros experimentos de Apple, como los iPhone mini o el Plus, que también fueron retirados del catálogo tras no encontrar su lugar.
¿Tomarán nota los rivales?
Curiosamente, mientras Apple repliega velas, otros fabricantes siguen explorando este terreno. Motorola, por ejemplo, acaba de presentar hoy el Edge 70, un terminal de solo 5,99 mm de grosor que presume de no haber sacrificado batería ni cámaras. A diferencia del Air, ofrece una gran autonomía y un sistema de cámaras más versátil, todo en un cuerpo muy delgado.
Esto plantea la posibilidad de que el concepto del teléfono ultradelgado aún no esté muerto, pero necesite una ejecución más equilibrada. Algunos fabricantes parecen pensar que es posible conseguir lo mejor de ambos mundos, delgadez y funcionalidad.
Innovar no siempre significa acertar
Aunque el iPhone Air pueda haber fracasado comercialmente, no se puede negar que ha sido un ejercicio de ingeniería notable. Apple ha demostrado que es posible reducir un smartphone al mínimo físico sin renunciar completamente a sus prestaciones. Sin embargo, ha quedado claro que ese logro técnico no basta si no responde a una necesidad real del usuario.
Y esto deja una lección, que innovar está bien, pero hacerlo sin un beneficio claro para el usuario puede llevar a estrellarse más que al estrellato. Apple ha abierto un camino, sí, pero quizás no era el que la gente quería seguir.

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