Nudo gordiano
La mano en la Presidenta
Yuriria Sierra
La escena es clara y brutal: un desconocido —ebrio, insolente, convencido de que el cuerpo ajeno es un territorio libre— intenta besar y manosea a la Presidenta en pleno Centro Histórico. No fue “efusividad”, ni “malentendido”, ni “confusión del público”. Fue acoso sexual. Punto. Y si eso le ocurre a la jefa del Estado mexicano, imagina el menú cotidiano para cualquier mujer.
La respuesta de Claudia Sheinbaum fue quirúrgica: mantener la calma, denunciar y empujar cambios legales. Bien. Porque el problema no es de “prudencia” femenina, sino de una cultura que todavía entrena a tantos hombres para creer que el “yo quiero” es un salvoconducto y que el “no” es decoración.
El episodio exhibe la anatomía de una mente narcisista y patri

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