Por Facundo Baez Rodríguez
Weezer tenía una deuda con su público argentino. Y la saldó este miércoles, sin vueltas, con un show de 21 canciones y poco más de ochenta minutos que no dejó aire entre tema y tema . Fue una descarga de energía contenida durante décadas, que finalmente encontró su cauce en el Movistar Arena, entre guitarras afiladas y una puesta sin artificios.
Desde el inicio con “ My Name Is Jonas ” hasta el cierre con “ Buddy Holly ”, la banda californiana demostró que la espera y la nostalgia pueden ser un combustible poderoso . El público, en modo celebración, acompañó cada tema como si formara parte del repertorio desde siempre. No hubo introducciones, ni discursos, ni efectos: solo música, una tras otra, ejecutada con precisión quirúrgica y espíritu de garage

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