El sector bancario en América Latina está estrechamente ligado al desempeño económico regional, al canalizar el ahorro hacia el crédito productivo y transmitir la política monetaria. En 2026, este rol será aún más relevante ante un entorno global incierto y desafíos domésticos persistentes.

En este contexto, evaluar riesgos y perspectivas será clave para fortalecer la resiliencia financiera y aprovechar oportunidades de la región, que enfrenta el reto estructural de acelerar su crecimiento y acercarse al promedio de expansión de otros países emergentes, que ha superado el 4% anual. América Latina, en cambio, se ha mantenido cerca del 2%, reflejando rezagos en productividad y una limitada capacidad de convergencia, lo que subraya la necesidad de reformas que impulsen la inversión, la innov

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