Onita Norris está constantemente haciendo cálculos para tratar de resolver un problema sin solución: averiguar cuánto podrán comer sus dos hijos, ambos menores de cinco años, y cuánto tendrá que dejar de comer ella.

Esta madre soltera de Virginia Occidental gana alrededor de US$ 2.800 al mes trabajando 40 horas semanales para el estado. Aproximadamente la mitad de ese dinero se destina al alquiler. El resto es para la guardería y las facturas de electricidad, agua y teléfono, lo que le deja solo unos US$ 100 de su sueldo para otros gastos, incluyendo alimentos.

La ayuda del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) normalmente añade US$ 265 a su presupuesto mensual para comida. Pero con los beneficios interrumpidos mientras el Gobierno se tambalea

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