En 1918, cuando la Primera Guerra Mundial estaba terminando, Carlos I —el emperador de Austria-Hungría y miembro de la dinastía Habsburgo— presintió el fin del imperio.

Carlos, sobrino de Francisco Fernando, cuyo asesinato había desencadenado la conflagración, reconoció las crecientes amenazas de los bolcheviques y los anarquistas. Para salvaguardar las joyas que los Habsburgo, la familia gobernante, habían poseído durante siglos, las hizo transportar a Suiza.

Una de las joyas de la colección era una pieza especialmente valiosa: un diamante de 137 quilates admirado no solo por su forma de pera y su color amarillo, sino también por su ilustre historia. Antes de los Habsburgo (nombre que The Times utiliza con la grafía inglesa antigua), había pertenecido a la familia Medici, gobernantes de

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