La reciente intervención en el óvalo Grau plantea una pregunta incómoda pero urgente: ¿a quién beneficia realmente esta obra? Lo que debería ser un espacio público funcional, pensado para mejorar la movilidad y el entorno urbano, terminar favoreciendo a quienes lo usan como estacionamiento y, peor aún, a quienes lucran con ello. ¿Es este el modelo de ciudad que queremos?

En lugar de recuperar el óvalo como nodo vial eficiente o área verde para el descanso ciudadano, se ha consolidado un terreno fértil para el negocio informal del parqueo. ¿Dónde está la planificación integral? ¿Dónde la visión moderna de ciudad? Las obras públicas no pueden seguir respondiendo a intereses particulares disfrazados de progreso.

La falta de transparencia y consulta ciudadana en este proyecto es alarmante. ¿

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