‘La almazara de Catón’
“Cartago debe ser destruida”, clamaba Catón. Y en el 146 a.C. Roma destruyó Cartago... pero no sus libros: fueron traducidos al latín, y en particular los manuales de agricultura del olivo, en la que destacaban mucho los cartagineses, por hijos de los fenicios. Roma hizo del olivo el de la Bética –sobre todo– su industria más floreciente, a caballo de los siglos I y II d.C, con los emperadores Antoninos (“¡la mejor época de la historia de la humanidad!”, a juicio de Gibbon, el gran historiador), que tantos monumentos nos ha legado, erigidos sobre el oro del olivo. Hasta revendían el aceite usado por atletas y gladiadores, una vez aplicado y raspado de su prestigiosa piel. Lo cuenta todo Rafael Fontán en el libro La almazara de Catón. Olivos y aceite en Grecia y Rom

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