Todas las estaciones tienen su encanto, y el final del verano trae consigo un cambio de ritmo. Los días se acortan, sí, pero también se llenan de una nueva cadencia: la de la rutina.

Bendita rutina, que nos ayuda a encontrar orden entre el movimiento, que nos da estructura para poder avanzar, trabajar, cuidar y crear . A veces se nos escapa entre los dedos, haciéndonos sentir que el tiempo vuela, pero también nos enseña a valorar los pequeños momentos que hacen especial cada día.

En esos días más tranquilos, cuando la mente se relaja y se deja llevar, aparecen los recuerdos luminosos: las risas compartidas, los sabores del verano, los instantes que nos recordaron lo simple que puede ser la felicidad. Porque al final, la rutina y las vacaciones se necesitan mutuamente: una nos sostiene

See Full Page