Que la política peruana sea tierra fértil para el espectáculo —para el ruido, la pose y el aplauso fácil— no debería sorprendernos. Pero hay momentos en que la teatralidad deja de ser anécdota y se convierte en agravio: cuando se celebra como “hazaña” lo que no es más que un circo que nos distrae de los verdaderos problemas que sufren millones de peruanos. Ver a congresistas de la derecha radical pavoneándose por decisiones que apuntan más al show que al bienestar común provoca, sencillamente, vergüenza ajena.

See Full Page