Era de esperarse que en una cumbre sobre el cambio climático la gran mayoría de los vehículos asignados a las delegaciones presentes fueran amigables con el medio ambiente y estuvieran movidos por electricidad. Aun así, pocos pensaban que las marcas que se vieron transitando la semana pasada por la ciudad brasileña de Belém, sede de la reunión de la COP30 de Naciones Unidas, no fueran estadounidenses, europeas o japonesas, sino sobre todo chinas.

Y así fue. Por ejemplo, el anfitrión Lula da Silva se movió en una de las 30 camionetas Sung Pro aportadas por la multinacional BYD –oriunda de Shenzhen– que fueron manufacturadas en la fábrica que esta posee en el estado de Bahía. Varios de sus homólogos usaron parte del centenar de vehículos donados por el conglomerado GWM –con sede principal e

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