Un contribuyente que acude a las oficinas de atención al público de la Agencia Tributaria con las cenizas de su mujer en una urna para demostrar por qué no puede presentar un consentimiento firmado por la difunta. Otro dispuesto a dejar en prenda a uno de sus cinco chiquillos hasta que pueda pagar sus deudas. Otro que ofrece a la persona encargada de atenderle los restos de su desayuno en agradecimiento por los servicios prestados. Otro dispuesto a delatar a un conocido que ha vendido un inmueble en negro a cambio de que le rebajen la cantidad a pagar en su declaración anual . A lo largo de sus cuarenta años de atención al público como funcionaria de la Agencia Tributaria en Málaga, Mari Ángeles Pulido ha visto, como dice el clásico, de todo . Y ha sido tanto el material recabado

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