“Si me voy a morir solamente una vez, me merezco la fiesta”. Lucas Cicarelli estaba fascinado con esa canción. La tarareaba como si fuera un mantra: “Cuando me vaya, que no me lloren. Compren vino, no traigan flores”, imitaba el acento caribeño con su voz de 30 años. La muerte lo encontró a esa edad, en la costa central, en un forcejeo con dos ladrones que lo derrumbó barranca abajo . En medio del duelo , a tres semanas del ataque su padre Valther encuentra en esa melodía algo de consuelo. La escucha todos los días, aunque en su casa lo reten: le recuerda que su hijo era un muchacho alegre. “La gente buena no se entierra, se siembra” , canta, ahora él, con su voz de 66 años recién cumplidos.

Al dolor por la pérdida absurda de Lucas, los padres del mozo suman la angustia de la inc

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