No disfrutar o no querer armar el arbolito de Navidad es más común de lo que se cree, aunque muchas personas lo viven en silencio porque socialmente se espera entusiasmo en esta fecha. Desde la psicología, esta reacción puede estar relacionada con la forma en que procesamos las tradiciones familiares, las expectativas afectivas y la relación con los rituales que simbolizan unión o celebración.
Según la psicóloga clínica Marina Mammoliti , autora del podcast Psicología al Desnudo , las fiestas de fin de año suelen activar emociones intensas que no siempre son alegres. En una entrevista, explicó que “las fiestas muchas veces conmueven, reavivan duelos y tensiones familiares. No siempre son fáciles para todos”. No armar el árbol puede ser una forma de regular esa carga emocional y

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