El brillo, la elegancia y la pasión se reunieron en una sola noche en 1990, cuando Juan Gabriel se presentó por primera vez en el Palacio de Bellas Artes. Aquel concierto no solo quedó grabado en la memoria colectiva por su emotividad y la fusión entre la música popular y la alta cultura, sino también por el impecable vestuario que el Divo de Juárez eligió para esa ocasión.

Entre luces, aplausos y orquesta sinfónica, un detalle destacó tanto como su voz: la torera negra con bordados dorados que lucía impecable sobre el escenario. Esa prenda se convirtió en símbolo de su esencia artística, de su gusto refinado y de la teatralidad que siempre lo acompañó. Pero detrás de aquel atuendo hay una historia de talento, lujo y colaboración creativa.

Recomendamos: Generoso y original, así

See Full Page