Una generación, si es que eso existe, es cualquier cosa menos un todo homogéneo y compacto. Lo único que no se mueve es la muerte; por eso, una generación que está vivita y coleando, necesariamente, es algo caótico y en pleno movimiento hacia su interior. Y si se quiere ver toda la foto y no perderse nada, hay que tomar distancia. La distancia más atractiva siempre es el tiempo, que pasa, corre, vuela, y asienta las cosas en determinado momento.

Cuando pensamos en la poesía argentina, los años 90 aparecen como una época que produjo un sentido de ruptura, visibilidad, mística y renovación para quedar fijada en un punto del almanaque. Ahí, pensado desde este presente histórico, una generación quedó cristalizada en cierto imaginario lector, si es que eso todavía es posible. Poesía mundial

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