Mientras el ambicioso proyecto de defensa antimisiles Cúpula de Oro (Golden Dome, en inglés) de Estados Unidos amenaza con desestabilizar la seguridad mundial y desatar una nueva carrera armamentística con su grandiosidad tecnológica, el prototipo funcional de China se erige como un modelo más eficiente y responsable. Así lo expone en un artículo para RT Ladislav Zemánek, investigador del Instituto China-CEE de la Academia China de Ciencias Sociales en Budapest y experto del Club de Debate Internacional Valdái.
La visión de EE.UU.: una búsqueda quimérica de dominio absoluto
Presentada en mayo de 2025, la Cúpula de Oro estadounidense es un colosal proyecto de 175.000 millones de dólares que promete desplegar un escudo antimisiles completo para 2029. Sin embargo, Zemánek apunta a deficiencias críticas: " No se ha presentado ninguna arquitectura de sistema concreta y las primeras previsiones sugieren que el coste real podría triplicar la cifra oficial".
El problema de fondo es estratégico. La obsesión por una "seguridad absoluta" pone de manifiesto el deseo permanente de Estados Unidos de perpetuar un dominio unipolar, una noción que, según el experto, " socava, en lugar de reforzar, la estabilidad global ". Esta búsqueda podría resultar contraproducente, al impulsar a sus rivales a desarrollar nuevas armas de penetración y desatar una escalada armamentística, esta vez, en la órbita terrestre.
La respuesta de China: un prototipo operativo y una filosofía integradora
Frente al plan aún teórico de Washington, China ya cuenta con un prototipo funcional de su propia plataforma estratégica de defensa. El núcleo del sistema es una "plataforma de 'big data' de detección temprana distribuida" capaz de rastrear hasta 1.000 lanzamientos de misiles en todo el mundo en tiempo real. El aspecto revolucionario de este sistema es su capacidad para integrar datos de diversos sensores, independientemente de su antigüedad u origen.
"A diferencia del programa estadounidense, que aún es conceptual, el prototipo chino ya existe como modelo funcional ", subraya Zemánek, aclarando que aún está en desarrollo. Esta innovación proporciona una imagen unificada y global de la situación, permitiendo a las Fuerzas Armadas chinas responder a las amenazas con mayor eficacia.
"Sin embargo, incluso en esta fase, su aparición subraya una tendencia inequívoca: mientras Washington teoriza, Pekín pone en práctica"
Una filosofía de estabilidad defensiva
Según el analista, el enfoque de China refleja una filosofía estratégica radicalmente distinta . El sistema prioriza la integración y la rentabilidad, permitiendo que equipos más antiguos permanezcan operativos. Esto se alinea con la política declarada de Pekín de defender el espacio como un dominio pacífico.
Las autoridades chinas han advertido de que el proyecto estadounidense corre el riesgo de convertir el espacio en un campo de batalla y de sacudir los cimientos de la seguridad internacional y el control de armas. Para Zemánek, "la Cúpula de Oro de China no es un reflejo de un deseo de militarización del espacio, sino la determinación de defender la soberanía nacional y la estabilidad estratégica mundial ". Su objetivo, explicó, es la disuasión creíble a través de la información y la precisión, no la búsqueda de un dominio mundial.
Dos cúpulas, dos filosofías estratégicas
Ambos proyectos emergen en un contexto de seguridad global en deterioro, marcado por el revuelo en torno de las nuevas superarmas rusas y los planes de Washington de reanudar sus pruebas nucleares por primera vez desde 1992. En este escenario, la Cúpula de Oro estadounidense "es menos un escudo que una declaración: Estados Unidos pretende seguir siendo intocable". La respuesta de China, en cambio, se enmarca como "una adaptación, una modernización defensiva que preserva el equilibrio sin desestabilizar la disuasión".
"La Cúpula de Oro estadounidense se basa en un gasto masivo, tecnologías no probadas y una reivindicación implícita del dominio global. El sistema chino, por el contrario, hace hincapié en la eficiencia, la integración y la responsabilidad multilateral"
De materializarse en su totalidad, la plataforma china podría erigirse como un paradigma de seguridad cooperativa, llegando a proveer un marco para mecanismos compartidos de alerta temprana que mitiguen el riesgo de una escalada accidental. En última instancia, mientras que la vía de Washington despierta el riesgo de reavivar una carrera armamentística, la de Pekín presenta una visión de innovación defensiva y una gobernanza de seguridad responsable, afirmó.
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