Fueron necesarios muchos intentos y varios fracasos para que un astronauta pisase por primera vez la Luna . Ese logro histórico para la humanidad llegó el 21 julio 1969 , cuando el estadounidense Neil Armstrong puso un pie en territorio desconocido y del que aún queda mucho por saber. La comunidad científica se marchó de ahí con enormes avances, como poder lanzar una misión tan arriesgada de forma exitosa y con todos los tripulantes de vuelta. 

Sin embargo, aún quedan muchas incógnitas por resolver. Entre las asignaturas pendientes, descifrar los enigmáticos fragmentos de vidrio que rescataron los astronautas entre los montones de rocas y polvo durante la misión Apolo 11 . No ha sido hasta ahora cuando se ha resuelto el misterio, gracias a la investigación de un equipo liderado por la Universidad Washington en San Luis (WashU) de Estados Unidos. 

Tesoro lunar sin descifrar

Los investigadores querían saber qué eran realmente los pequeños fragmentos, cada uno de menos de un milímetro de diámetro , que se formaron hace entre 3300 y 3600 millones de años durante erupciones volcánicas en la superficie del entonces joven satélite. Su aspecto nunca pasó desapercibido, reconocen, porque ofrecían un color naranja brillante, recuerdan. 

Vistas microscópicas del vidrio volcánico lunar

“Son algunas de las muestras extraterrestres más asombrosas que tenemos” , recuerda en un comunicado Ryan Ogliore, profesor asociado de física en la Universidad de Washington en San Luis (WashU), que alberga un gran repositorio de muestras lunares que fueron traídas a la Tierra.

Los científicos habían guardado durante décadas un tesoro lunar, pero sin descifrar , porque no podían. “Hemos tenido estas muestras durante cincuenta años, pero ahora tenemos la tecnología para comprenderlas completamente”, celevra Oglior, que recuerda que era imposible obtener más información sin aplicar las nuevas tecnologías. 

Pequeñas cápsulas prístinas

Para obtener más detalles sobre estos fragmentos de vidrio anaranjados, aplicaron la última tecnología . Se ayudaron sobre todo del NanoSIMS 50, un instrumento que utiliza un haz de iones de alta energía para descomponer pequeñas muestras de material para su análisis. Así pudieron observar de cerca los depósitos minerales microscópicos en el exterior de las cuentas lunares. 

“Las cuentas son pequeñas cápsulas prístinas del interior lunar ”, concluyen los investigadores en su trabajo, publicado en la revista Icarus . Según detallan, unas son de color naranja y otras negras, ambas de aspecto brillante. Se habrían formado cuando los volcanes lunares expulsaron material a la superficie y cada gota se solidificó con el contraste del frío, terminan.