CHICAGO (AP) — Los ciclistas llegan al amanecer, recorriendo los barrios latinos de Chicago y deteniéndose en carritos de tamales, puestos de elotes y de dulces. Compran hasta el último artículo: cada tamal, cada mazorca de maíz, cada paquete de dulces. Luego cargan la comida y la entregan a refugios y familias necesitadas.
Desde el inicio de la ofensiva federal de inmigración, en la que más de 3.200 personas han sido arrestadas en el área metropolitana de Chicago, las calles y tiendas de los barrios latinos de la ciudad se han vaciado. Los vendedores ambulantes no salen de sus casas para trabajar por miedo a ser detenidos. Los restaurantes locales se han visto en problemas, ya que los clientes se quedan en casa.
Pero mientras el miedo se extendía, también lo hacía otra cosa: los vecinos

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