Son muchos los puentes que, a lo largo y ancho de la red ferroviaria de nuestra geografía, comunican y enlazan localidades. Entre esas construcciones las hay que destacan, también, por su belleza. O su majestuosidad. Es el caso del puente del Hacho , una imponente estructura de hierro forjado que se alza sobre el amplio valle del río Guadahortuna, justo en el límite de los términos municipales de Alamedilla y Guadahortuna, en la provincia de Granada . Este viaducto, que forma parte de la antigua línea de ferrocarril Linares-Almería, ostenta el título de ser el puente de hierro más largo de España. Aunque hoy es un referente paisajístico, ha sido durante mucho tiempo una joya del Patrimonio Industrial.
La construcción de esta obra emblemática fue resultado del ambicioso proyecto ferroviario de la época. La Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, creada en 1889, encargó las obras a la prestigiosa sociedad francesa Fives-Lille, conocida por haber participado en la construcción de proyectos civiles tan importantes como la parisina torre Eiffel o el puente de San Jorge , en Oporto. El estudio de la línea férrea fue redactado por los ingenieros Duval y Boutilliea, quienes eran colaboradores del mismísimo Alexandre-Gustave Eiffel .
El puente fue construido aproximadamente entre 1886 y 1895, aunque los trabajos se extendieron hasta finales de 1897. Finalmente, quedó abierto a la explotación pública el 22 de marzo de 1898, específicamente el tramo comprendido entre las estaciones de Alamedilla-Guadahortuna y la de Alicún. Desde su puesta en servicio, se consolidó como un claro referente de la ingeniería y arquitectura de la época, siendo considerado una de las obras de ingeniería ferroviaria más valientes y hermosas del país.
624 metros
Técnicamente, la estructura es una obra de gran singularidad, reflejo de la tecnología de finales del siglo XIX. Con una extensión de 624 metros de longitud , este puente granadino alcanza una altura máxima que roza los 50 metros. Consta de tres tramos principales, sustentados por once pilastras: siete de hierro y cuatro de piedra, además de los estribos en cada extremo. Su peculiaridad constructiva reside en que sus perfiles estructurales son exclusivamente de tipo ángulo, pletina y “U”, unidos mediante roblones, destacando la ausencia de tornillos en su estructura.
Más allá de su importancia técnica, el puente del Hacho tuvo un impacto social significativo en la comarca. Su construcción dio trabajo a cientos de personas durante casi una década, lo que propició la aparición de un poblado bullicioso en los alrededores de la estación Alamedilla-Guadahortuna. Aunque esta población disminuyó drásticamente en la posguerra, víctima del éxodo masivo, el puente se convirtió en el último recuerdo de su tierra para muchos de esos emigrantes. A pesar de su relevancia histórica, el puente entró en una fase de declive y abandono y hubo hasta la intención de demolerlo.

Afortunadamente, la gran figura del patrimonio ferroviario se salvó gracias a la movilización popular de la comarca y a las gestiones de varias instituciones provinciales, evitando su voladura. En los últimos años, ha habido avances cruciales para asegurar el futuro del viaducto. Las administraciones han logrado que Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) cediera el uso del puente y las instalaciones en desuso de la estación a los Ayuntamientos de Guadahortuna y Alamedilla. Además, se incoaron los expedientes necesarios para catalogarlo como Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento.
Se trataría, como ocurre en tantos otros magníficos ejemplos repartidos por toda la península, de una protección legal que obligaría a tomar medidas adecuadas para su conservación . En los últimos años, este imponente ejemplo de puente ferroviario vive una nueva etapa centrada en la búsqueda de recursos para la puesta en valor del propio puente y su entorno. Se quiere recuperar para un uso cultural y recreativo, incluso planteando la instalación de una escuela de formación para trabajos de altura. En todo caso, se trata de un monumento industrial del siglo XIX que, en el marco de un bello y singular paisaje, supone todo un aliciente turístico para esta zona de Andalucía .

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