Colombia atraviesa una transformación profunda en materia de seguridad. No es una afirmación absoluta: es la percepción común de autoridades locales, organizaciones sociales y reportes de terreno que coinciden en señalar un fenómeno que se ha venido consolidando en distintas regiones del país.

Ese fenómeno, según estas fuentes, no es la expansión de un solo actor, sino el reacomodo simultáneo de múltiples economías ilegales —minería ilegal, contrabando, narcotráfico diversificado, tráfico de migrantes, extorsiones— que han configurado nuevas presiones sobre municipios enteros.

Lo que se siente en los territorios no siempre aparece en Bogotá, pero determina la vida cotidiana de miles de colombianos.

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