Hoy estamos viviendo una época fascinante: la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, facilitando tareas, resolviendo problemas y abriendo horizontes que antes parecían inalcanzables. Hoy, un algoritmo puede analizar emociones, sugerir caminos de desarrollo personal e incluso ofrecer palabras de consuelo. Y, sin embargo, hay algo que ninguna máquina puede replicar: la experiencia humana del encuentro.

Acompañar no es sólo procesar información, sino sintonizar con la esencia del otro. Es mirar, escuchar y sentir con empatía. Es estar ahí cuando el otro duda, se pierde o necesita sostén. La IA puede ofrecer respuestas, pero solo una persona puede ofrecer presencia.

El acompañamiento humano tiene la grandeza de lo irrepetible: una mirada que entiende sin palabras, una

See Full Page