Cuatro madres y padres cuyos hijos sufrieron acoso escolar han explicado esta semana en la sección de Sociedad el calvario que tuvieron que sufrir hasta conseguir tres sentencias condenatorias –uno de los casos aún se está juzgando– contra las autoridades escolares y los centros, por no activar los protocolos contra el bullying. Más allá de la sensación de que se ha hecho justicia, está el sentimiento de que por fin se ha creído a sus hijos cuando explicaban lo que sucedía a profesores que no estuvieron a la altura. Y eso que en todos los casos los autores materiales del acoso no han recibido ningún castigo.
Algunas de las víctimas arrastran secuelas psíquicas y una hasta se quitó la vida. El acoso escolar no es una cosa de niños; es algo muy serio que trunca vidas, y por tanto corre

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