Irma García vino, como todos, a cumplir una misión en la vida. Nos corresponde a los presentes, que su partida no sea en vano.
La señora warao de 37 años y siete hijos huérfanos de madre, con padres que brillan por su ausencia, laboró por espacio de 3 meses en una pollera ubicada al frente del edificio en ruinas Doña Margat, mayormente conocido como el “hotel de la coca”.
De allí se fue su última noche –terrenal- a proveer de alimento a los hijos. Solía salir del trabajo relativamente tarde, sobre las 9 pm, una hora poco prudente en tiempos de pandemia, con mucha soledad merodeándola, caminando hasta las Guas Guas, rumbo a los módulos de una de las tantas obras fallidas de algún gobierno de turno, donde residía desde que se mudara de Santo Domingo en el municipio Pedernales, hasta la cap

TANE TANAE

Noticias de Venezuela
Primicia
CONTRASTE
Notitarde
NUEVO DÍA DE VENEZUELA
TAL CUAL
Aporrea
House Digest