PETIT-GOÂVE, Haití (AP) — Muchos habitantes de Petit-Goâve estaban dormidos cuando el río La Digue comenzó a crecer después de la medianoche.
Para cuando los residentes de la ciudad costera del sur de Haití se dieron cuenta de lo que ocurría, ya era demasiado tarde. El río se había desbordado y arrastraba personas, autos y casas mientras las bandas exteriores del huracán Melissa azotaban el sur del país a finales de octubre.
Un hombre escapó por una ventana mientras una mujer se aferraba a un auto y sujetaba a su hijo con fuerza para evitar ser arrastrada por las aguas, que le fracturaron la pierna.
Sobrevivieron, pero el huracán de categoría 5, uno de los más fuertes del Atlántico en la historia registrada, provocó la muerte de al menos 43 personas en Haití. Más de una docena más siguen desaparecidas.
La mayoría de las muertes ocurrieron en Petit-Goâve, donde la comunidad lloraba a los suyos el sábado.
“¿Dónde está mi fuerza?”, exclamó Fanile Estinval abriendo los brazos, vestida de blanco para honrar a sus dos hijos que murieron en la tormenta.
Dieciocho ataúdes coronados con flores de color amarillo y naranja brillante fueron trasladados a una plaza pública donde una multitud se reunió para despedirse. Muchos de los ataúdes eran pequeños, ya que Petit-Goâve perdió al menos a 10 de sus niños.
La tristeza se mezcló con la culpa mientras los sobrevivientes de la tormenta lloraban y lamentaban a los que murieron.
La ira también prevaleció, y se programó una protesta para el lunes a lo largo de una carretera clave para exigir una respuesta más rápida y más ayuda del gobierno. El ambiente en Petit-Goâve seguía tenso, y algunas personas afirmaron que las muertes podrían haberse evitado con una mejor planificación e infraestructura.
Aunque la tormenta tocó tierra en Jamaica y mató a otras 45 personas, sus secuelas en Haití persistirán durante meses, advierten las autoridades.
Cientos de personas perdieron sus hogares y trabajos, y muchas pasan hambre.
Petit-Goâve solía ser una comunidad agrícola con un centro comercial bullicioso cuyos campos fueron arrasados por la tormenta en un 90%, dijo Wanja Kaaria, directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU para Haití.
“Fue muy devastador”, expresó. “Tomará un tiempo restaurar verdaderamente los mercados”.
El PMA ha distribuido alimentos a más de 40.000 personas en Petit-Goâve y espera pronto emitir transferencias de efectivo a los afectados por la tormenta.
Kaaria señaló que, por primera vez en 10 años, el PMA no pudo colocar con anticipación reservas de contingencia en el sur de Haití antes de la temporada de huracanes del Atlántico debido a problemas de financiamiento. La agencia estima que Melissa afectó a 1,25 millones de personas en todo Haití, y que 360.000 de ellas requieren alimentos urgentemente.
A las autoridades haitianas también les preocupa el aumento en el número de muertes debido a las caóticas secuelas de la tormenta.
Tan sólo en Petit-Goâve se han reportado más de 30 casos sospechosos de cólera y seis muertes, dijo Boris Matous, especialista en emergencias de UNICEF en Haití.
Actualmente, la agencia rehabilita y clora bombas de agua, instala estaciones de lavado de manos y establece clínicas móviles, pero los desafíos persisten.
“Lo que resulta preocupante es que hablamos de áreas a las que no es muy fácil acceder”, comentó.
Melissa golpeó en un momento en que la pobreza y la inestabilidad política se profundizan en Haití, mientras el hambre, los casos de cólera y la violencia de las pandillas aumentan.
“Este huracán, esta catástrofe, se suma a muchas otras crisis”, señaló.
El huracán Melissa dañó o destruyó más de 240 hogares en Petit-Goâve, y cientos más quedaron inundados.
En los últimos días, alrededor de 100 familias se han refugiado en un hotel y en una casa privada cuyo propietario la abrió a los afectados, dijo Sergile Henry de la organización sin fines de lucro Project Hope.
Señaló que dos niños pequeños estaban completamente solos en un refugio, sin poder hallar a sus padres.
“Fue catastrófico”, comentó sobre la tormenta.
Estinval, cuyos dos hijos murieron en la tormenta, se hallaba inconsolable el sábado.
“Una madre no suele enterrar a sus hijos”, dijo. “Cuando yo muera, ¿quién me va a enterrar?”.
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Coto informó desde San Juan, Puerto Rico.

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