Este coctel de ketamina y éxtasis, entre otros químicos, se vende en Colombia como una suerte de ‘emprendimiento’ que promete cambiar las reglas de juego en la lucha contra las drogas

El tusi es, en sí mismo, un impostor. Su nombre proviene de la forma leída, traducida del inglés y castellanizada, del 2C-B, una droga sintética. Inicialmente este era uno de los ingredientes principales de unos polvos rosados que, empacados en pequeñas bolsas ziploc, con sabores y ediciones especiales, empezaron a prepararse en Colombia a finales de la década del 2000. Se trata de un coctel de muchas sustancias con el que se juega siempre a la ruleta rusa, pues quien lo consume —generalmente, aspirándolo por la nariz— nunca tiene certeza sobre qué contiene. Si alguien se vuelve adicto, no sabrá bien a qué

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