—La flaca se va. Se va a descansar.
Quizás esta escena, las últimas palabras pronunciadas por Eva Perón en la mañana del 26 de julio de 1952 , las que anunciaban que el cáncer que la comía por dentro, que la consumió en poco más de dos años, había vencido, sea una de las más memorables del capítulo de la historia peronista y argentina que se inicia con la muerte de quien fue —y sigue siendo— una de sus líderes más veneradas. Más odiadas.
—El cadáver de Eva Perón es absoluta y definitivamente incorruptible.
Quizás estas, las del médico español Pedro Ara —que vivía en el país desde 1925 y era profesor de anatomía en la Universidad de Córdoba y agregado cultural de la embajada—, a quien Juan Domingo Perón le encomendó la tarea de conservar el cuerpo hasta convertir a la primera dama

Infobae

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