Brasil no manda una candidata a Miss Universo, manda una institución cultural. El país tiene tradición, tiene escuela y tiene una expectativa que es casi un mandato nacional: volver a levantar la corona mundial . Por eso, la elección de Miss Universo Brasil ya no es vista como un certamen local de belleza, sino como la selección de la embajadora oficial de Brasil ante una audiencia global.
La ganadora sale de una competencia que mezcla desfile, discurso, carisma y resistencia emocional. La producción del concurso también cambió de escala. Miss Universo Brasil funciona hoy como un show de alto presupuesto , con jurado, transmisión, presencia de ex reinas históricas y un relato pensado para exportarse.
La coronación nacional se vende ya como “el inicio del camino a Tailandia”, no como

Clarín

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